lunes, 5 de abril de 2010
martes, 16 de marzo de 2010
El Macondo que Soñamos
MISIÓN: Promover y fomentar el desarrollo del municipio de Aracataca, la región y la nación, mediante la intervención de proyectos que mejoren la calidad de vida de la comunidad y brinden espacios de recreación, capacitación, concertación y trabajo en los sectores social, turístico, ecológico y cultural.
VISIÖN: Ampliar la coberturay número de proyectos para un logro de mayor interveción en la comunidad y adelantar las gestiones necesarias con el fin de firmar convenios de cooperación con entidadesnacionales e internacionales.
VISIÖN: Ampliar la coberturay número de proyectos para un logro de mayor interveción en la comunidad y adelantar las gestiones necesarias con el fin de firmar convenios de cooperación con entidadesnacionales e internacionales.
sábado, 13 de marzo de 2010
ACLARACIÓN SOBRE LA CASA MUSEO GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ DE ARACATACA.
(Respuesta a un artículo publicado en la Revista Semana, que este importante medio informativo no ha querido difundir.)
Por: Rafael Darío Jiménez Padilla.
- Ex director -
Sintiendo un tufillo anti-gobiernista, leí las líneas que el señor Fabián Sanabria, importante funcionario de la Universidad Nacional de Colombia quiso encuadrar, para redactar un artículo demoledor contra el máximo monumento cultural del municipio de Aracataca y, que a la postre terminó ahogado entre dos frases de nuestro Premio Nobel de literatura, Gabriel García Márquez.
No es posible llegar al pueblo colombiano más ovacionado en el extranjero con ínfulas de burócrata académico, para en menos de media hora juzgar a priori y luego, desde el cómodo cubículo de una universidad bogotana, como cualquier francotirador, atacar con palabras ofensivas y provocadoras al máximo icono cultural de Aracataca. Desconoce el señor Sanabria, el daño que ha intentado hacerle al pueblo más parecido a Macondo; el pueblo que a diario pone a soñar a muchos lectores “garciamarqueanos” provenientes desde los más recónditos lugares del mundo, buscando sus personajes, lugares y jardines de begonias y rosales inundados de mariposas amarillas.
Me hubiera gustado atender al señor en mención, quien ha sido el único visitante que en su “…desafortunado recorrido…” le desencantó el pueblo, porque no encontró derruida la Casa de los Márquez Iguarán y en lugar de ella, halló lo que identifica como un “templo bautista”. Posición absurda de los puristas, porque si miramos el pasado reciente, los mismos reclamos se le hizo a quienes reconstruyeron el Puente de Boyacá, como también a la Quinta de San Pedro Alejandrino y mírenlos bellos e imponente Monumentos Nacionales y ya nadie se acuerda de los reclamos puristas, porque como dice la canción popular: “…Plátano maduro no vuelve a verde y el tiempo que se va no vuelve…”.
Me pregunto: ¿Cómo un representante de tan prestigiosa universidad se compromete firmar un comodato, en lo que califica “ensoñado regalo”, sin antes verificar los estudios técnicos de refacción, e históricos de la obra? Por ello no aprobó –como en un examen de colegio- el “bendito comodato” que permitiera a la universidad más admirada, anhelada y cada vez más lejana del pueblo, a hacer presencia en la región continental del caribe colombiano e incluirla en el Sistema de Patrimonio Cultural y Museos que respalda a más de 30 museos y colecciones museográficas.
La Casa Museo de Aracataca, tiene un elevado valor simbólico para los lectores y para los nativos de la población. Cada lector de la novela “Cien Años de Soledad”, lleva en su mente una casa literaria, una casa virtual que luego complementa con el espacio real, porque arquitectónicamente la actual Casa de Aracataca es una réplica de la Casa original en que transcurrió la niñez del escritor Gabriel García Márquez. Y es muy cierto que en la actual reconstrucción respetaron los planos de la vieja Casa, que en el mes de octubre de 1980, un huracán arrancó de cuajo, volteándola completamente. Fue entonces cuando ocurrió la la primera refacción costeada por Colcultura, encargada por el alcalde Fossi Marcos María (el mismo de ahora), quien contrató a un arquitecto recién egresado de una universidad de Barranquilla. Poco después llegó un trío de estudiantes de arquitectura de una universidad de Cartagena de Indias, a realizar estudios de refacción para su tesis de grado y no supimos más nada de ellos, siendo que su informe fue veraz, porque las conversaciones sostenidas con doña Luisa Santiaga Márquez Iguarán, madre de nuestro Nobel, y por la aprobación que el mismo escritor hiciera a los planos del estudio realizado, con la expresión: “Doy fe que así era”.
Para fortuna de todos, en 1985, el gobernador del Magdalena, Jacobo Pérez Escobar compró la Casa a la familia Iriarte Ahumada por la suma de $5.000.000, quien a su vez la había adquirido en 1957 a doña Luisa Santiaga y su hermano Juan de Dios Márquez Iguarán por la suma de $7.000 . A partir de entonces, los gobiernos departamentales como los del municipio de Aracataca, quien la adquirió en custodia, hasta la presente no le ha invertido una puntilla. Salvo la refacción mencionada de Colcultura, otra de Ferrovías en 1995 y la de Ministerio de Cultura en el 2003, construyéndole en el patio donde estaba el árbol de castaño, el auditorio Ramón Vinyes, “el sabio catalán”.
En el año 2005, durante la administración del alcalde Pedro Sánchez Rueda, estando el suscrito, encargado de la coordinación de cultura y de la dirección Ad hoc de la Casa Museo, el trabajo cultural se direccionó en dos frentes: el de recuperar, fortalecer y valorar la dimensión cultural del municipio de Aracataca de acuerdo a las políticas de Mincultura y el de gestionar incansablemente la reconstrucción de la Casa natal del Nobel, declarada Monumento Nacional el 13 de marzo de 1996, muy a pesar de que hasta ese momento tres de las ministras de cultura oriundas de la región caribe, habían hecho caso omiso, ignorado y/o ofrecido poca importancia al proyecto y a nuestras súplicas.
Pero de repente se nos apareció una ministra “cachaca”, la Dra. Elvira Cuervo de Jaramillo, conocedora del tema y bastante amiga del Nobel y que el señor Fabián Sanabria, con su expresión “me contaron” sin dar fuentes efectivas, rehusa a mencionar y la acusa de autorizar “tumbar el resto del rancho que había”, siendo ello competencia de los estudios realizados por el Consorcio Jema Conguadua Siete de Pereira, ganador de la licitación pública convocada por Mincultura a mediados del 2006.
Para “construir una Casa digna del Nobel de Literatura colombiano”, como bien lo anota el señor Sanabia, tuvimos que esperar los cataqueros, un largo período de licitaciónpública y de desenbolso de la primera y segunda fase de reconstrucción, jamás “…a la vuelta de poco la Casa estuvo terminada con todas las de la ley…”. Para ese entonces el alcalde Sánchez y mi persona perseguíamos a la ministra por cielo y tierra, hasta que la propia Elvira Cuervo de Jaramillo nos aconsejó como un recurso el Nobel, para llegar fácilmente al Presidente de la República, Dr. Álvaro Uribe Velez. Y fue cuando el 13 de febrero de 2006 visitamos al Nobel en su mansión “Salmona” de Cartagena de Indias, para saludarlo y solicitarle que gestionara ante el señor Presidente, los desembolsos de los recursos y en menos de 15 días se hizo todo efectivo, luego de un trámite legal, con demoras, recargado de paciencia y buenos resultados.
Sobre..¿Quién administraría la Casa Museo? Es falso que “nadie quería hacerse cargo de la nueva casa de los abuelos de “Gabo”. Desde un principio se pensó que fuera una Fundación o Corporación, que incluyera además los sectores agroindustriales, educativos, turístico, etc. Después de varias reuniones no se llegó al acuerdo esperado, porque la mayoría de las entidades querían ser miembro sin aportar recursos. Entonces propusimos a Mincultura gestionar ante Ong`s extranjeras, incluso, nos respondió la señora Carmen Barcells, agente literario del Nobel, quien declinó a ser miembro, para no comprometerse con las demás Casa Museos de autores latinoamericanos que ella representa. Por estos días, la Universidad del Magdalena estaría firmando un comodato por dos años con Mincultura para administrarla, aún teniendo menos presupuesto que la UN pero sí más sentido de pertenencia con los símbolos vernáculos. Y todo gracias a la buena gestión de la actual Ministra de Cultura, Dra. Paula Marcela Moreno Zapata y la Dra. María Victoria De Angulo de Robayo, directora del Museo Nacional.
Ahora, después de ese artículo del decano de la facultad de Ciencias Humanas de la UN, los cataqueros lamentamos que haya existido esa propuesta de buena fe. Talvez el señor rector de esa institución académica, no envió al mejor interlocutor en estos temas. Y a quien envió pareciera no interesarle o entender la magia de Macondo. El embrujo babilónico de Aracataca, donde la descripción del paisaje cultural y social se junta en un realismo mágico. No alcanzó a ver el señor Sanabria, los modernos rieles por donde cada hora pasa el tren del carbón con tres máquinas halando 120 y 140 vagones desde la Jagua de Ibirico, Cesar, produciéndonos daño ambiental, pero con las medidas preventivas. Dentro de poco, según anuncio de la oficina de proyectos de la Gobernación del Magdalena, la vieja estación del ferrocarril va a ser refaccionada, agregándole un Café Valdés y muestra artesanal, para uso del proyecto “Tren Amarillo de Macondo” que la misma gobernación lidera. Ya existe un restaurante que ofrece comidas típicas de Macondo, llamado “Gabo” y así sucesivamente esperamos que aparezcan negocios para la actividad turística, ojalá regentados en su mayor parte por cataqueros.
Hace cuatro años teníamos una Casa Museo en ruinas, con hedores de murciélago, ratas, abejas africanizadas y termita, fincada en ella. Entonces, voces atrevidas insultaban a nuestro genio Gabriel García Márquez, porque no se interesaba en restaurar el inmueble que había sido de sus abuelos maternos y por no realizar en su tierra natal, obras que le compete al gobierno central, departamental y municipal. Proponían que los dólares del Premio Nobel fuera compartido con las penurias del pueblo, e incluso, que como los tristemente célebres “marimberos” recibiera “colas para resolverle el problema económico a su pueblo. Afortunadamente, hemos entendido que la mejor manera de aprovechar a Gabo es leyendo su obra y utilizando su imagen y el nombre de Macono y Aracataca, como un sello o una marca de distinción para obtener mejores resultados en el desarrollo social del pueblo. De ahí se desprende una serie de proyectos que arrancarían luego de inaugurada la Casa Museo, como: Casa del telegrafista, mariposario, Estación del Ferrocarril, Museo de Macondo, Centro Cultural y Museo Leo Matiz, Parador Turístico y Camellón de los almendros o Ágora, iniciado por el gobierno de México a través de Cemex Colombia y que está sin terminar.
La mejor viabilidad de esos proyectos, son las conclusiones del Primer Foro de Políticas Turísticas y Culturales organizado por la fundación “El Macondo que soñamos”, con presencia del señor Viceministro de Turismo, Dr. Oscar Rueda García y funcionarios de la Gobernación del Magdalena, sector turístico y comunidad en general. Para este año se prepara el segundo foro con el slogan : “El turismo, nueva vocación de la gente de Macondo”, con el sueño de convertir a Aracataca en un destino turístico, cultural y ecológico, teniendo a su favor las políticas de seguridad democrática, impuestas por el gobierno nacional.
Finalmente, los cataqueros respetamos la constitución y en especial a las instituciones colombianas, como para planear apedrear o quemar la Casa en un conato o turbamulta, reconociendo que en junio de 2006, la Dra. María Claudia López, funcionaria de la Dirección de Patrimonio de Mincultura, con la Dra. Clariza Ruiz y otras funcionarias del Museo Nacional, reunieron a la comunidad y al alcalde para exponer el proyecto, siendo totalmente socializado y aprobado por todos.
Aracataca, dentro de 4 años, un mes y unos días cumplirá Cien Años de vida municipal y aspiramos que a diferencia del mítico Macondo, podamos celebrar Cien Años de prosperidad con la totalidad de sus servicios públicos construidos, con el turismo, con la palma de aceite, el trabajo, la educación, la cultura, vitalidad y talento de su gente.
Y como ha dicho el Nobel: “Por fortuna, Macondo no es un lugar, sino un estado de ánimo que le permite a uno ver lo que quiere ver, y verlo como quiere”.
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